Nicola Coughlan para Skims: el impacto positivo de la campaña que confirma la necesidad de todo tipo de tallas

La última campaña de la firma americana, protagonizada por la actriz de ‘Los Bridgerton’, ha supuesto un antes y un después para muchas. Especialmente en lo que se refiere a impulsar una inclusividad que se encontraba en desaceleración

Nicola Coughlan para Skims: el impacto positivo de la campaña que confirma la necesidad de todo tipo de tallas

Nicola Coughlan, protagonista de la tercera temporada de 'Los Bridgerton', es la imagen de Skims en su última campaña

Kim Kardashian ha demostrado durante los últimos años que, efectivamente, todo el mundo lleva Skims. Y es que desde la creación de la marca en 2019, sus lanzamientos protagonizados por estrellas (desde reuniones de supermodelos de los 90 a Lana del Rey o Rosalía) le han otorgado a la ropa interior y a las prendas moldeadoras un carácter diverso y global que no existía hace diez años. Ahora, tras el furor causado por el reciente estreno de la tercera temporada de Los Bridgerton, la empresaria ha recurrido a una fórmula que conoce bien: contar con una de las actrices más mediáticas de la serie, Nicola Coughlan, para su nueva campaña.

La intérprete, que da vida a Penelope Featherington en la ficción, aparece fotografiada por Elizaveta Porodina en un entorno romántico repleto de flores y con el que se crea un ambiente onírico. A través de su apariencia pictórica y sobre todo, gracias a su protagonista, las imágenes han tenido una acogida excepcional. Una reacción que Porodina atribuye de manera categórica a la persona retratada. "A veces es difícil valorar tu propia obra, más incluso si eres crítico con aquello que creas. En este caso, Nicola infundió tanto de sí misma que hizo el trabajo increíblemente fácil de adorar". Una singularidad en la que la personalidad de la actriz, asevera, fue vital. "Tenía la expectativa de que iba a ser una persona dulce y fue un verdadero ángel. Y eso es raro de lograr cuando trabajas con tantos ojos puestos en ti, actuar de forma considerada".

Sin embargo, con ellas se ha reavivado uno de los diálogos más polémicos de la moda. En concreto, ese que trata la inclusividad y la necesidad de representar a todas las tallas en la industria. Si bien en 2020 la diversidad en las pasarelas tendía a la alza, desde entonces este crecimiento se ha ralentizado con castings en los que siguen predominando los cuerpos normativos. A este hecho se le suma una oleada en la que la delgadez vuelve a ser tendencia, con el nacimiento de estéticas similares al succubus chic o la utilización de términos como 'cuerpo post-Ozempic' para referirse a aquellas celebrities que pierden peso de manera excepcionalmente rápida. Este fármaco y el renovado furor por la flaqueza, cuyos efectos celebran multitud de personas, se traduce en una disminución de la representación de todo tipo de siluetas y se relaciona de forma directa con el hartazgo que Coughlan mostraba hace unos días acerca de los comentarios sobre su cuerpo.

La respuesta, todo un punto y final para aquellos que la definían como "valiente" únicamente por mostrar su figura, ha tenido el mismo resultado positivo que la campaña de Skims, tal y como explica Raquel Jiménez Manzano, Consultora de Igualdad y Diversidad y Profesora en el Máster de Consultoría de Igualdad y Diversidad del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología. "A priori podemos hablar de un paso más en la adaptación de la moda a la realidad. Si observamos la evolución de la misma, han sido las mujeres y, en menor medida los hombres, quienes se han tenido que acomodar a los cánones de belleza". Un cambio en el que, como indica la experta, entran en juego otros factores: desde los cambios físicos en la población (la altura media cada vez es mayor), a la generalización de hábitos de vida relacionados con el sedentarismo, cierta globalización alimentaria o los porcentajes de sobrepeso, que suponen un 44,9% en el caso de los hombres y un 30,6% en el de las mujeres. "Es innegable el avance que ha habido en las últimas décadas y la liberación de tabúes estéticos que hasta hace poco eran impensables, pero la discriminación gordofóbica sigue ahí", sentencia la consultora, mientras da una de las claves para comprender por qué polariza tanto esta conversación. "Se plantea como un debate entre la diversidad y el respeto al propio cuerpo o la normalización del sobrepeso".

De esta manera, la naturaleza amable de Coughlan también llegó a ser muy inspiradora para la fotógrafa. "Puso su alma durante la sesión y colaboramos recíprocamente en todo momento. Apreciamos la visión que ambas teníamos y realmente conseguimos transmitir esa atmósfera etérea". Ya antes de obtener esta, según narra Porodina, contaba con una visión concreta que supuso una labor conjunta. "Al igual que en todas las colaboraciones, el equipo [de Skims] y yo tratamos de construir todo juntos y que fuera una conversación abierta, con ideas de las dos partes. En mi caso quería que fuera un ambiente translúcido, casi transparente y a través del cual prácticamente pudiera percibirse su aura". Para ello, se contó con una intensa pre producción, así como un cuidado meticuloso de la escenografía y un diseño de luces teatral. "Mis imágenes suelen tener mucho de pintura e inspiración en la historia. Aquí quería plasmar el arquetipo de la Venus, la representación de una diosa".

Sin embargo, con ellas se ha reavivado uno de los diálogos más polémicos de la moda. En concreto, ese que trata la inclusividad y la necesidad de representar a todas las tallas en la industria. Si bien en 2020 la diversidad en las pasarelas tendía a la alza, desde entonces este crecimiento se ha ralentizado con castings en los que siguen predominando los cuerpos normativos. A este hecho se le suma una oleada en la que la delgadez vuelve a ser tendencia, con el nacimiento de estéticas similares al succubus chic o la utilización de términos como 'cuerpo post-Ozempic' para referirse a aquellas celebrities que pierden peso de manera excepcionalmente rápida. Este fármaco y el renovado furor por la flaqueza, cuyos efectos celebran multitud de personas, se traduce en una disminución de la representación de todo tipo de siluetas y se relaciona de forma directa con el hartazgo que Coughlan mostraba hace unos días acerca de los comentarios sobre su cuerpo.

La respuesta, todo un punto y final para aquellos que la definían como "valiente" únicamente por mostrar su figura, ha tenido el mismo resultado positivo que la campaña de Skims, tal y como explica Raquel Jiménez Manzano, Consultora de Igualdad y Diversidad y Profesora en el Máster de Consultoría de Igualdad y Diversidad del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología. "A priori podemos hablar de un paso más en la adaptación de la moda a la realidad. Si observamos la evolución de la misma, han sido las mujeres y, en menor medida los hombres, quienes se han tenido que acomodar a los cánones de belleza". Un cambio en el que, como indica la experta, entran en juego otros factores: desde los cambios físicos en la población (la altura media cada vez es mayor), a la generalización de hábitos de vida relacionados con el sedentarismo, cierta globalización alimentaria o los porcentajes de sobrepeso, que suponen un 44,9% en el caso de los hombres y un 30,6% en el de las mujeres. "Es innegable el avance que ha habido en las últimas décadas y la liberación de tabúes estéticos que hasta hace poco eran impensables, pero la discriminación gordofóbica sigue ahí", sentencia la consultora, mientras da una de las claves para comprender por qué polariza tanto esta conversación. "Se plantea como un debate entre la diversidad y el respeto al propio cuerpo o la normalización del sobrepeso".

Al relacionarlo con campañas como la de Skims, Jiménez Manzano habla acerca del resultado que tienen las acciones inclusivas como esta. “La apuesta por la diversidad siempre tiene un impacto positivo en el conjunto de la sociedad y, sobre todo, entre la población joven”. Un concepto que afirma para resaltar, además, la importancia de mostrar pluralidad. "Hay que visibilizar que somos personas únicas por cuestiones genéticas y que eso está bien. Una cuestión que es compatible con la adopción de hábitos de vida saludable".

De este modo, Nicola Coughlan se convierte a través de su trabajo en un referente. Más aún, para aquellas mujeres que demandaban complexiones más variadas en los medios y que fueran además, reflejos de la propia. "Con la aparición de estos nuevos referentes se fortalece su autoestima, al verse identificadas en ellas y en sus historias".

Un punto de vista con el que coincide Laura Salas Helguera, Asesora de Belleza en Byredo. "No conozco a nadie que se sienta identificado al cien por cien con lo que vemos en las pantallas. Por este motivo la representación es tan importante: las mujeres de tallas grandes no la han tenido durante mucho tiempo". Asimismo, añade que en el caso de la actriz irlandesa, esta cobra un sentido más profundo. "Que Nicola Coughlan esté presente en todos estos espacios abre la puerta a que más mujeres lo hagan". Y es que, señala, siguen existiendo una gran cantidad de barreras en moda y belleza. "Lo sé por experiencia propia. Algo que debería servir como medio de expresión puede convertirse en una pesadilla cuando entras a una tienda. Sin decir nada, te sugieren productos para disimular la papada, resultar más esbelta o afilar los pómulos. Todo gira en torno a parecer lo que no eres: delgada". Sumado al papel de Coughlan como modelo para Skims, Salas Helguera destaca también la importancia que ha tenido su papel en Los Bridgerton como motor de cambio. "Las mujeres con constituciones grandes siempre tienen los mismos roles en la ficción: las mejores amigas de la protagonista, bufones o personas acomplejadas". Una aproximación de la que Penelope Featherington se desmarca por completo para abrir un mundo de posibilidades. "El desarrollo de su personaje es inspirador, te demuestra que puedes ser una mujer independiente, exitosa, inteligente y deseada".

Así, campañas internacionales como la propuesta por Desnatados, suponen una tregua en la autopercepción negativa de muchas. "La cultura de la dieta ha generado una herida en la autoestima que lleva pasando de generación en generación", apunta Salas Helguera. Un paréntesis cuyo fin, afirma, no es normalizar la obesidad: "Se trata de que respetes tu cuerpo sea como sea. Que te sientas con el 'derecho' de verte atractiva. Que quieras encontrar tu propio estilo, ponte lo que quieras". Un planteamiento en el que Coughlan, según la Beauty Advisor, ha jugado un papel fundamental: "Campañas como esta suponen el inicio de un gran cambio. En concreto, para sentir que la belleza es algo más común, no algo reservado para unos pocos".